La Traviata

París. Mediados del siglo XIX. Hay una gran fiesta en la casa de Violetta Valéry, una famosa socialité pero cuya salud se ve seriamente socavada. Un noble, Gastone, presenta a su amigo Alfredo a la casera, quien la admira sinceramente.

La atención que Violetta muestra por la nueva conocida no escapa a Duphol, su amante habitual. Mientras Violetta y Alfredo bailan, el joven le declara todo su amor y Violetta le da una camelia: verá a Alfredo solo cuando se marchite.

Violetta está enamorada por primera vez.

Alfredo y Violetta Valéry ahora viven felices en una villa de campo. Alfredo descubre de la camarera Annina que Violetta está vendiendo sus joyas porque se ha quedado sin dinero y se apresura a París para conseguirlo.

Violetta, habiendo rechazado una invitación a la fiesta de Flora, recibe una visita inesperada del padre de Alfredo, Giorgio Germont, quien la acusa de llevar a su hijo a la miseria. Violetta responde que nunca le preguntó nada a Alfredo, pero Giorgio no renuncia a su intención de separar a Alfredo y Violetta. La mujer hace lo que cree que es el bien de su amante y deja a Alfredo, quien está lleno de celos.

Violetta reaparece en una fiesta nuevamente acompañada por Duphol, a quien le gustaría desafiar al joven Germont a un duelo, Violetta le ruega que salga de la casa; él se irá, dice, solo si ella lo sigue. La niña revela que le ha jurado a Duphol que no volverá a verlo, para no contarle a Alfredo la conversación que tuvo con su padre. Alfredo está indignado, la trata como una prostituta. Giorgio llega, regañándolo por este comportamiento; pero no le revela la verdad.

La salud de Violetta se ha deteriorado significativamente. La mujer ya no puede levantarse de su cama. Llega una carta de Germont: finalmente, ha decidido explicarle todo a su hijo. Alfredo se ha mudado y se acerca.

Violetta es increíblemente feliz, pero teme no sobrevivir hasta que llegue. Pero finalmente, Alfredo está allí, junto a su cama; y también está su padre, profundamente arrepentido. El tisi mata a Violetta frente a ellos, en una atmósfera de dolor agudo, aunque suavizado por la delicadeza y la pureza de los sentimientos.